jueves, 27 de septiembre de 2007

Síntesis de la Historia de Grecia

Entre el quinto y el tercer milenio a.C., la península balcánica estuvo habitada por pueblos marítimos procedentes de Asia, aunque se han hallado vestigios de cazadores y pastores neolíticos en Tesalia, Grecia central y Creta. Desde el segundo milenio a.C., un pueblo guerrero de origen indoeuropeo, los aqueos, comenzó a extender su dominio sobre la península.

Fundadores de Micenas, Tirinto y Argos, los aqueos conquistaron Atenas, la parte oriental del Peloponeso, invadieron Creta y saquearon Troya. Su economía estaba basada en la agricultura y la ganadería. En la sociedad, reyes, nobles y guerreros, propietarios de las mejores tierras, ejercían su dominio sobre agricultores, artesanos y pastores.

Hacia el año 1000 a.C., la civilización micénica sucumbió ante los invasores dorios -portadores de armas de hierro desconocidas por los aqueos- quienes se amalgamaron con la población sometida y aportaron un idioma común a toda la región.

La topografía predominantemente montañosa de la península favoreció el surgimiento de ciudades-estado llamadas polis, en las cuales gobernaba un rey asesorado por un consejo de ancianos, pertenecientes ambos a la aristocracia militar. Los campesinos eran obligados a pagar un tributo en especie; si no cosechaban lo suficiente eran convertidos en siervos o vendidos como esclavos junto con su familia.

Pese a las diferencias sociales existentes, los griegos tuvieron una concepción original del ser humano. Considerado por todas las civilizaciones anteriores un simple instrumento de la voluntad de los dioses o de los reyes, el ser humano adquiere en la filosofía griega el valor de individuo. El concepto de ciudadano, como individuo integrante de una polis, sin que influya la pertenencia o no a la nobleza, constituye uno de los aportes claves de la cultura griega.

Las polis griegas se aliaron o guerrearon entre sí por períodos. No obstante, los pueblos helénicos fueron reconociendo una misma nacionalidad en la comunión de elementos como los juegos olímpicos, la religión y el idioma, entre otros aspectos.

En el siglo VIII a.C. la mayor parte de las ciudades-estado entraron en crisis, tanto por la decadencia del poder de los monarcas (que fueron progresivamente sustituidos por magistrados designados entre los nobles), como por la escasez de tierras fértiles y el crecimiento demográfico, todo lo cual provocó grandes tensiones sociales. La crisis impulsó a los griegos a la colonización del Mediterráneo, dio origen a un comercio muy activo y expandió el uso del griego como lengua comercial.

Alrededor del año 760 a.C. los griegos establecieron colonias en el sur de Italia, en la bahía de Nápoles y Sicilia. Frenados por los fenicios y los etruscos, los griegos nunca pudieron dominar toda Sicilia o el sur de Italia, pero su influencia cultural marcó profundamente la evolución posterior de los pueblos de la península itálica.

A partir de la colonización, la estructura social y política de las polis se transforma. Los comerciantes, enriquecidos por la expansión marítima, se mostraron poco dispuestos a seguir dejando el gobierno en manos de la nobleza y junto con los campesinos presionaron para participar en la toma de decisiones. Atenas, una de las ciudades más prósperas de la península, comenzó entonces un proceso de transformaciones políticas que condujo, entre los siglos VII y VI a.C. a una progresiva democratización de sus estructuras de gobierno. En el año 594 a.C. un reformador llamado Solón dio un primer paso en este sentido al instituir la ley escrita, un tribunal de justicia y una asamblea de 400 representantes elegidos según su riqueza, encargada de legislar en los asuntos de la ciudad.

Mientras tanto Esparta, la otra gran polis de la región tuvo un desarrollo completamente distinto, consolidando un estado oligárquico, con una férrea estructura social y política. La sociedad espartana fue completamente militarizada debido a la importancia del ejército, factor determinante para la expansión y anexión de los territorios vecinos.

En el año 540 a.C. los persas iniciaron su avance en Asia Menor y conquistaron algunas ciudades griegas. La rebelión de estas ciudades, apoyadas por Atenas primero y Esparta después, dio lugar a varias guerras, conocidas como Guerras Médicas, que culminaron con la derrota persa hacia el 449 a.C. Estas guerras sirvieron para consolidar el poder de Atenas en la región, que a través de la Liga de Delos, ejerció su influencia política y económica sobre las otras polis.

Las guerras contra los persas, en las cuales los trirremes atenienses jugaron un papel fundamental, permitieron que los remeros (pertenecientes a los estratos más bajos de la sociedad ateniense), convertidos en arma indispensable para la defensa de Atenas pudieran reclamar una mejora en sus condiciones de vida y mayores derechos políticos. Luego de un período en el que la oligarquía ateniense había logrado recuperar el poder político, en el año 508 a.C. un reformador llamado Clístenes, amplió a 500 el número de miembros de la Asamblea de la polis y la convirtió en el principal órgano de gobierno. La participación en la Asamblea fue abierta a todos los ciudadanos libres de la polis. Sin embargo, la democracia ateniense permitía la participación efectiva de una minoría de la población y apoyaba su prosperidad en la utilización de una enorme cantidad de esclavos por lo que los historiadores la definen como una democracia esclavista.

En el año 446 a.C. el arconte o gobernador ateniense Pericles concertó con Esparta la Paz de los Treinta Años, por la cual se reconocieron las zonas de influencia de cada ciudad: la Liga Ateniense y la del Peloponeso.

Durante el gobierno de Pericles, en el siglo V a.C., Atenas se convirtió en centro comercial, político y cultural de la región. El dominio sobre el comercio marítimo y la consiguiente prosperidad permitieron a Pericles emprender nuevas reformas de carácter democrático. Fue el período de sabios como Anaxágoras, de los dramaturgos Sófocles, Esquilo, Eurípides, Aristófanes y de Fidias, considerado el mejor escultor griego. En esta etapa los griegos alcanzaron un gran desarrollo en el plano de las ciencias. Muchos de sus conocimientos en medicina y astronomía han sido hoy ampliamente superados, sin embargo, los aportes realizados a la geometría y la matemática son indispensables para la mayor parte de las ciencias actuales.

En la segunda mitad del siglo V a.C. hubo continuos enfrentamientos entre espartanos y atenienses por el control de la región. Las luchas de este período son conocidas como Guerras del Peloponeso. El desgaste mutuo permitió a los macedonios, bajo el reinado de Filipo II (359-336 a.C.), conquistar ese dominio. Alejandro Magno (336-323 a.C.), conquistó nuevos territorios y extendió la influencia helénica por el norte de África y de la Península Arábiga, pasando por Mesopotamia y llegando hasta la India. Este imperio, construido por Alejandro Magno en un plazo de once años, contribuyó a la difusión de la cultura griega por Oriente. Durante los años de conquista se fundaron gran cantidad de ciudades comerciales y Alejandro Magno promovió la fusión de la cultura griega con la de los pueblos conquistados, dando origen a lo que se conoce como helenismo. Al morir Alejandro Magno, el imperio macedónico se derrumbó, mientras que sucesivas guerras y rebeliones continuaron agitando la península.

La decadencia griega provocada por las disputas internas y su consiguiente devastación y empobrecimiento facilitaron el avance romano. Tras varias guerras de conquista -las macedónicas se prolongaron del año 215 al 168 a.C.- los romanos establecieron su dominio sobre Grecia hacia el año 146 a.C.

Bajo el Imperio Romano Grecia conoció el cristianismo (siglo III) y debió soportar varias invasiones. Formó parte del Imperio de Oriente (395 d.C.), cuyo dominio cesó en 1204 con la formación del Imperio Latino de Oriente que dividió a la región en feudos

1 comentario:

DREAMS dijo...

hola profesor estan rebuenos los mapas espero que todos ocupen mas el blog esta super bien explicado saludos profe